ENIGMAS DE LA HISTORIA
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Misteriosas desapariciones

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Mensaje por omega Sáb Jun 28, 2008 5:13 pm

Una cosa es desaparecer sin dejar RASTRO, pero hacerlo a la vista de testigos es extraño por decir lo menos posible. Incluso así, eso fue exactamente lo que le ocurrió a Orion Williamson, en julio de 1854, ante los ojos de su propia mujer, de su hija y dos vecinos, en Sema, Alabama. En un momento dado, el hombre caminaba por sus pastos; al siguiente había desaparecido. De la búsqueda que siguió, en la cual participaron incluso perros sabuesos, no resultó ningún indicio: ni hoyos ocultos ni el menor indicio de Williamson.

Las pruebas misteriosas de otros casos similares incluyen pisadas que llegaban hasta cierto punto y de repente se detienen. Por ejemplo, una noche de noviembre de 1878, un joven de dieciséis años, Charles Ashmore, de Quincy, Indiana, fue a buscar agua por encargo y nunca más volvió. Cuando más tarde salieron a buscarlo, su padre y hermana encontraron sus huellas marcadas en el suelo húmedo y las siguieron, pero de pronto se acabaron, antes de llegar a la mitad del camino hacia la fuente.

En dos casos, también relacionados con fuentes y que coinciden misteriosamente entre sí, dos niños de once años, ambos llamados Oliver, desaparecieron en Nochebuena, solo que con diez años de diferencia y en distintos continentes.

Oliver Larch desapareció en 1889 en el camino de la fuente de la residencia familiar en Sout Bend, Indiana.

Oliver Thomas, de Rhayder, País de Gales, parece haber sido víctima de las fuerzas misteriosas en 1909. Su familia oyó sus gritos desesperados:
-¡Socorro! ¡Me han agarrado!

Pero cuando salieron, el niño no estaba por ninguna parte. Siguieron sus pisadas hasta que acababan abruptamente a medio camino de la fuente.

La inexplicable desaparición del Niño de Somosierra. El 26 DE JUNIO DE 1986. Tuvo lugar el fatal accidente de una cisterna que transportaba Ácido Sulfúrico, protagonizando la muerte de 2 personas y la desaparición de otra, conformando el caso del "Accidente de Somosierra" mas famoso por el niño de Somosierra (España).

Andrés Martínez, un experimentado conductor, y su esposa Carmen Gómez, viajaban en la cabina de un enorme camión cisterna rumba a Bilbao, España. El cargamento: 20,000 litros de ácido sulfúrico. De forma inexplicable, aquel experimentado camionero emprendió el descenso del puerto de Somosierra, la pendiente es muy prolongada y la velocidad a la que el iba era suicida. A la altura del límite entre Madrid y Segovia se produciría lo inevitable: El accidente que involucraría a otros tres autos... El camión cisterna que transportaba el ácido era un montón de fierros retorcidos por el que corrían los miles de litros de ácido abriéndose paso rumbo a las laderas del río Duratón. El análisis preliminar del accidente era escalofriante: la cabina del camión había sido aplastada por la pesada cisterna y el ácido mortal caía sobre los cuerpos de los esposos Andrés Martínez y Carmen Gómez. Al no poder hacer nada por ellos, las autoridades se preocuparon por neutralizar los efectos nocivos del ácido. Sin embargo, al caer la tarde una noticia paralizó a las autoridades: el vehículo causante del accidente transportaba un tercer pasajero. Los padres del fallecido conductor Andrés Martínez denunciaron la desaparición de su nieto Juan Pedro Martínez Gómez, de 10 años, y que se había despedido de sus abuelos antes de abordar junto a sus padres el fatídico camión cisterna. La noticia originó una rápida operación de búsqueda, pero no se encontraron rastros del niño.

Ante el infructuoso rastreo, la primera hipótesis que se deslizó fue que el cuerpo del pequeño Juan Pedro había sido disuelto por el ácido, pero esta teoría fue desechada por los expertos químicos, quienes afirmaron que un cuerpo humano no podía evaporarse a causa del ácido sin dejar algún rastro. Durante los dos siguientes días la policía rastreó minuciosamente toda la zona, pero la búsqueda no dió resultados. Una parte importante de la investigación era reconstruir el recorrido de la cisterna, para lo cual los expertos extrajeron el tacógrafo del camión, que no es otra cosa que un disco de papel que marca las paradas y la velocidad del vehículo. Según el tacógrafo, el viaje lo emprendieron a las 7 de la tarde, teniendo como primera parada un lugar llamado la Venta del Olivo, a pocos kilómetros de Cieza, en Murcia. La segunda parada la realizaron a las 0:12 horas en la localidad de Las Pedroñeras. Siendo casi las 3:00 de la mañana llegaron a la gasolinera "Los ángeles", en la entrada de la capital de España. Dos horas y media después efectuaron la parada definitiva en el mesón Aragón, en las faldas del puerto de Somosierra. Es en esta parada donde un camarero vió por última vez al niño desaparecido e incluso lo describio perfectamente ya que le llamó la atención que un niño de esa edad aceptara ponerse un sweter y pantalón de color rojo ambas prendas. El testimonio confirmaba que Juan Pedro continuaba con sus padres al iniciar el ascenso a Somosierra.

Mientras se continuaba con la reconstrucción del recorrido del fatídico camión, el misterio seguía creciendo. Según el tacógrafo, en la siguiente hora y veinte minutos, después de esa parada en el mesón y antes del accidente, el camionero realizó doce paradas. Los profesionales de la carretera afirman que en un trayecto tan corto como ése no debió haber ni una parada, o en un momento dado una o dos veces como máximo... Entonces qué ocurrió? ¿Por qué paró una docena de veces en poco menos de hora y media?

Pero las dudas aumentaron conforme pasó el tiempo ya que dos años después de este fatal accidente, un niño idéntico a Juan Pedro Martínez Gómez e incluso con la misma ropa fue visto en las cercanías de Badajoz. Pero no solo eso, sino que desde entonces, la policía ha recibido varios reportes de que un niño vestido de rojo, va caminando a la orilla de la carretera casi siempre en las afueras de diferentes poblaciones rurales, pero todas ellas cercanas a Somosierra. Al no encontrar una solución a este caso, disparatadas conclusiones salen a la luz, como por ejemplo que Juan Pedro fue trasladado a otro plano dimensional, a un punto en el espacio y el tiempo donde se encuentra encerrado. La verdad a ciencia cierta aun no se sabe, pero lo único que no se puede negar en que todo intento de búsqueda fue infructoso. La única prueba que muestra que el pequeño Juan Pedro estuvo en la cabina de la cisterna, es un zapato que le pertenecía... Tal vez por eso sigue siendo uno de los Enigmas y Misterios que mas atrae a los investigadores de lo inexplicable.

OTRO CASO

El granjero norteamericano David Lang, poseía una granja en las cercanías de la ciudad tejana de Gallatin. Vivía felizmente con su esposa y sus dos hijos, y su vida transcurría con la normalidad de una familia media norteamericana. Cierto día, el 23 de septiembre de 1880, David Lang salió de la casa junto a su esposa mientras los niños jugaban en el jardín. El granjero, les dijo que iba a echarles un vistazo a los caballos y que luego irían todos a la ciudad. Estas fueron sus últimas palabras.

Y esto fue así, pues cuando el hombre comenzó a caminar tropezó con algo, y al caer ¡desapareció sin dejar rastro! La esposa, los hijos y el juez Peck, que pasaba por allí en ese momento en su carruaje, fueron testigos de esta misteriosa desaparición y tras hacer un examen del lugar, completamente atónitos, fueron incapaces de hallar una sola huella del granjero y padre de familia. A excepción de un amplio pastizal, allí no había árbol, arbusto u hoyo, en el que pudiera haberse caído. Sencillamente, se había evaporado.

La policía realizó una exhaustiva búsqueda e incluso se hicieron perforaciones para descubrir galerías subterráneas o simas en el que el granjero hubiese podido caer, pero no se encontraron rastros ni de éstas ni de la persona a la que se buscaba.

La señora Lang, nunca quiso creer que su marido había muerto por lo que jamás celebró funerales por el alma de David. No obstante, no pudo soportar vivir en lugar tan extraño y al poco tiempo vendió la granja.

Unos siete meses después de la tragedia, los dos hijos de David Lang, se encontraban jugando en el lugar donde su padre se había evaporado y he aquí que descubrieron que en el mismo sitio donde el granjero había caído, la hierba y las flores ya no crecían tan espesamente. Más tarde dijeron también, que habían oído a su padre pidiendo auxilio hasta que la voz se disolvió en la nada para siempre.

Nunca más se supo del pobre granjero David Lang, ni el lugar al cual pudo haberse ido. Para algunos, se evaporó en otra dimensión. Para otros, su cuerpo debió sumergirse en un agujero en el tiempo. Fuera lo que fuere, la desaparición de David Lang, fue todo un misterio y aún hoy no se ha podido dilucidar la causa de su extraña evaporación.

FUENTE: Crónicas del Misterio, Lorenzo Fernandez Bueno

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