ENIGMAS DE LA HISTORIA
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Los Sonidos Fantasmas

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Mensaje por omega Sáb Jun 28, 2008 5:12 pm

¿Cuál es la causa para que se produzcan las extrañas detonaciones a manera de cañonazos que, año tras año, se escuchan en diferentes partes del mundo?

Desde hace siglos, historiadores y viajeros nos han dejado constancia escrita de sus experiencias relacionadas con enigmáticos estruendos procedentes del mar, montañas e incluso del cielo.

Sonidos semejantes a tormentas, sin la presencia de nubes, parecidas a cañonazos, pero sin batalla de por medio. En la antigua Grecia, Aristóteles atribuía estos ruidos a truenos remotos y algunas tribus indígenas a dioses irritados.

En épocas actuales existen testimonios de quienes se han enfrentado a este fenómeno desconocido y en la mayoría de casos ignorada.

Meriwether Lewis, quién en junio de 1808 se encontraba a 100 km de las Montañas Rocosas, acompañado por su amigo William Clark, fueron sorprendidos por un ruido extraño que procedía de las montañas, tal y como relatan en su crónica de viaje.

“Se oye en diferentes periodos del dia y de la noche...y consiste en un solo golpe o en 5 o 6 descargas en rápida sucesión. Es fuerte y se parece al ruido de una pieza reglamentaria de artillería de 6 libras”. Sin embargo no había cañones en esa parte del oeste norte americano en aquella época.

Aquellos enigmáticos ruidos poseen su propia identidad para ser llamados, de acuerdo al pais de origen.

Los belgas los llaman “hipeos de la niebla”
En la India son llamados “Cañones de Barisal”
En Italia se los llaman “brontidi”

La India, país en donde mas casos se han dado, se recogen testimonios, la mayoría procedentes del delta del Ganges. Los sonidos dicen proceden del sur y sureste y se dan con mayor frecuencia de febrero a octubre, los mismos que son asociados con cañonazos y suelen aparecer o darse en forma de una única detonación o en sucesión de 2 o 3.

Los expertos proponen la hipótesis de que los sonidos son producidos por la naturaleza, se desconoce el mecanismo para que se de el mismo.

OTROS RUIDOS MISTERIOSOS EN EL MUNDO.

Unos más de estos enclaves es el Lago Seneca, en Ohio (EEUU), donde los nativos hablan de sonidos distantes. Mas tarde los colonos americanos los identificaron con explosivos de cañón.

En el norte de Irlanda también se escuchan estas detonaciones durante todo el año, en los alrededores de Lough Neagh, un lago de 225 km cuadrados de extensión que se formó a causa de erupciones volcánicas.
Estos misteriosos sonidos no siempre se identifican con cañonazos. En otros lugares se perciben ruidos melodiosos, incluso musicales.

El lago Shoshone, en el interior del Parque Nacional de Yellowstone (EEUU), en donde testigos aseguran haber escuchado un sonido que se asemeja a la vibración de un arpa o el ruido de cables de telégrafo oscilando de manera regular y rápida. El sonido, se dice, recorre toda la zona.

En la península del Sinaí se encuentra la pendiente arenosa de Jebel Nagus, que se extiende a lo largo de la costa occidental. Se dice que en ese lugar se han escuchado sonidos semejantes a notas musicales. Según una leyenda, esa música la producía un gong de madera de un monasterio enterrado, el sonido es descrito como el producido por un arpa o al resultante de frotar con un dedo el borde húmedo de un vaso.

Existen noticias de otras arenas sonoras en la región de Reg-Ravan al norte de Afganistán, en las llanuras peruanas de Arequipa y en la parte oriental del estado norteamericano de Nevada, donde una colina de 6 km cuadrados produce un sonido ensordecedor que recuerda a la vibración de los cables telefónicos causada por la fuerza del viento.

Se ha propuesto una alternativa para estos sucesos. Estudiosos postulan que la causa para que se den estos sonidos sería que de alguna manera los eventos quedan grabados en el tiempo –sonidos e imágenes- y en determinados momentos se hacen perceptibles. A futuro se espera que se logren realizar mas estudios sobre este fenómeno y dar con la causa para estos enigmáticos “sonidos fantasmas”.

El 12 de diciembre de 1951 en Dallas, Texas, se produjo una fuerte explosión que causó roturas de cristales y que zarandeó muchos coches, según describieron los automovilistas que presenciaron el hecho. La Policía local y el propio F.B.I. realizaron una exhaustiva investigación sin llegar a ninguna conclusión. Se controlaron cuidadosamente todas las instalaciones militares próximas de Dallas donde se hubiera podido producir la explosión, pero no se encontró nada. Nadie, jamás, pudo dar una explicación al suceso.

El 12 de abril de 1857, en San Gabriel, California, una explosión similar dejó un agujero de un metro de profundidad en el patio de una casa de habitada por una familia llamada Murphy. El ejército, la aviación y los servicios de información han venido realizando inspecciones del agujero hasta hoy, sin que ninguno de ellos sepa todavía darle una explicación.

En la noche del 6 de abril de 1967, en los suburbios de Washington, se escucharon unos ruidos que sonaban algo así como “bip bip bip”. El fenómeno duró tres días y muchos fueron los testigos que lo escucharon; incluso los hubo que grabaron los ruidos en cintas magnetofónicas.

En Ohio, en 1927, se produjeron unas explosiones que se prolongaron hasta enero de 1928. Los habitantes se quejaron a la policía pero éstos no pudieron encontrar explicación alguna.

El 27 y 28 de mayo de 1968, las centralitas telefónicas de la policía de Boston, se vieron colapsadas por las reclamaciones de la gente. Un zumbido agudo y de ritmo bien definido, se hizo presente en la región. Dos minutos de zumbidos, seis de interrupción y el fenómeno volvía a repetirse. Ni la policía, ni los meteorólogos, ni los astrónomos del Universidad de Harvard, ni los federales y autoridades locales, supieron jamás dar una explicación. Ni siquiera se supo la dirección del que procedían los zumbidos.

Verano de 1965. Este de la isla de Sajalín. Los miembros de la tripulación de un mercante japonés, navegan placidamente por sus aguas, cuando, poco antes de llegar a la costa, comienzan a oír unos potentes retumbos que perduran hasta que llegan a su destino. Las detonaciones son similares a cañonazos y los navegantes piensan puede tratarse de maniobras navales realizadas en las cercanías por los soviéticos. Pero ningún barco se cruza con ellos y el lugar donde creen proceden los disparos, está solamente ocupado por las serenas ondulaciones del mar.

-Debe tratarse de algún nuevo tipo de avión superando la barrea del sonido-razonó para sí mismo el capitán, y para los demás.

Dos meses después, el mismo barco navega por las costas occidentales de la isla Hokkaido y la oriental de Siberia, y las detonaciones vuelven a producirse sin que nadie de la tripulación consiga averiguar su procedencia. El capitán, amoscado, decide confirmar su teoría de los aviones, y le pregunta a un amigo suyo, oficial de la Marina Soviética de Vladivostock, lo que él piensa al respecto. El oficial niega sean aviones o bombas y le invita a que le acompañé a las orillas del lago Janka, en la frontera china. Ambos hombres se encuentran de permiso, y el marino japonés acepta la invitación.

-No pienses que niego sean aviones o bombas porque se trate de algún secreto militar –le dijo el oficial soviético a su amigo, una vez en el lugar-. Pero, ¡chitón!.. Ahí los tienes.

El marino nipón no tuvo que forzar su oído, pues de inmediato se volvieron a producir las explosiones que él ya comenzaba a conocer.

-No creas que no sabemos de estas detonaciones –le siguió explicando su amigo soviético-; sin embargo desconocemos totalmente su origen. La verdad es que no se trata de ningún avión ni aparato, a no ser, eso sí, que se trate de platillos volantes.

No contento con el testimonio de su amigo, el cual no sabía si bromeaba, nuestro marino japonés decidió investigar por su cuenta el fenómeno y de este modo se encontró con varias declaraciones, divergentes entre sí, pero coincidentes en cuanto a que ninguno sabía qué podrían ser.

-En efecto, este fenómeno no es nuevo –le dijo uno de ellos-, existen incluso antes de que inventaran los reactores; ni los científicos saben lo que es. Te diré que incluso el Ministerio británico de Defensa comenzó una investigación, pero tuvieron que desistir porque sabían que no iban a llegar a ninguna parte.

-Se trata, posiblemente, de un fenómeno natural –le dijo un especialista-. Pero no sabemos si hay que localizarlo en el aire, en tierra o en el mar.

A este fenómeno se le ha denominado científicamente como “cañones invisibles” o “cañones de Barisal” (nombre procedente de una aldea próxima al Ganges). Nadie a averiguado jamás su origen y muchos han sido los que, a lo largo de la historia, han descrito tan singular y misterioso ruido. Viajeros ingleses en las lagunas indias de Sundarbans; los coroneles Godwin Austen y H. S. Olcott, en Bután (1865) y Barisal, Chilmari y Brahmaputra (1895), respectivamente; y Charles Sturt, en Australia, en el misma expedición que le llevó a descubrir los ríos Darlin y Murria en 1828-1829; sólo por mencionar a algunos.

Este misterio, que se origina en muchos lugares del planeta, es conocido también como “el tambor de la arena”, por producirse en zonas totalmente desérticas.

Marco Polo, en su “Libro de las Maravillas”, dice haberlos oído estando en el desierto del Gobi. El ruido era persistente y molesto y comenzó a sentirse mal. Cuando preguntó a los lugareños qué era aquello, estos le contestaron que eran los espíritus de la tierra hablando en su misterioso lenguaje. Le dijeron, que a no ser que fuera un brujo, jamás sabría interpretarlo. Esa era su manera de anunciar el futuro y que “hablaban a las estrellas”. El hombre no debía escucharlo demasiado tiempo pues estos hacían enloquecer.

También Charles Darwin fue testigo de un hecho similar en su viaje a Chile. Las explicaciones recibidas por los nativos, fue exactamente la misma que la de Marco Polo.

Ciertas franjas del desierto del Sahara hacen sonar también sus “tambores” casi a diario. Las playas son otro de los lugares donde estos sonidos hacen su aparición.

En Hawai, el ruido se diferencia de las demás pues no se trata exactamente de un tamborileo, sino mas bien de un matraca repiqueteando a gran velocidad o de un silbido persistente, que aparece y desaparece.

En los desiertos de Kalahari, en Sudáfrica, los indígenas le rinden tributo desde hace mucho tiempo, con técnicas rituales. El doctor A. D. Lewis, pudo comprobarlo por sí mismo en 1935.

El sur de Egipto, el tambor de la arena se produce de forma natural y periódica. El físico R. A. Bagnold, vivió este fenómeno de forma notabilísima:

“Sucede sin que uno se lo espere. En una noche tranquila. Primero oí un zumbido tan sordo e intenso que tenía que gritar para que me oyeran mis compañeros. Pronto otras fuentes sonoras, de procedencia indiscernible, unieron sus acordes al concierto inicial. Y poco a poco se creó una especie de armonía, desagradable y mareante a la vez, punteada por un pequeño redoble de tambor, de una regularidad de ritmo asombrosa. Ese extraño coro duró por lo menos cinco minutos. Después, durante algunos segundos, se oyó sólo el tambor. Y por último, de golpe, cesó toda confusión de ruidos y nos preguntamos si no habíamos sido víctimas de una alucinación.”

Fuera lo que fueren estos ruidos, explosiones y tamborileos, lo cierto es que se vienen escuchando desde tiempo inmemoriales y cualquier lugar del planeta. ¿Demonios? ¿Ovnis? ¿Espíritus? ¿Caprichos de la madre naturaleza? Quien sabe.

FUENTE: Revista Año Cero

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